domingo, 19 de noviembre de 2006

Prison Break o cómo hacer funcionar los tópicos


Cierto día tiré del emule y conseguí una contractura cervical. Sí, aunque parezca raro todo tiene su explicación.

Me bajé completa la primera temporada de Prison Break en V.O. y la vi de un tirón en un fin de semana. No me levanté del sillón y me encontré con una contractura cervical de tres pares de cojones.

La serie ya sabe todo hijo de vecino de que va: el lumbreras que entra en la prisión para rescatar a su hermano condenado injustamente a muerte y blablabla los agentes del gobierno, conspiración, etc, etc...

No voy a discutir la brillante, brillantísima pericia de los guionistas que han sabido unificar de una forma magistral "Cadena Perpetua", "Una mente maravillosa" y "24" para dar un producto de una calidad, al menos superior a las dos últimas mencionadas.

Michael Scofield se ha convertido en un héroe nacional. Wentworth Miller, el hombre que nunca enseña los piños (gracias a Dios, tiene sonrisa de retrasado mental), nos ha presentado un personaje de esos que en ciertos momentos pueden hacer sombra al mismísimo Dr House. Un personaje misterioso que tiene mas de un As en la manga... o tatuado en la piel, como ustedes prefieran. Manipulador nato pese a su apariencia de mosquita muerta y con más recursos que el mismísimo McGiver.

Pero... ¿qué tiene Michael Scofield que gusta a todo el mundo? Es un verdadero enigma. Un tio que no habla, no folla, apenas tiene un atisbo de carácter... ¿qué es lo que tiene para subyugar a medio país? Puede que o bien sea la calva o es que es verdaderamente el espectador añora el ser inteligente.

Un ser inteligente se da cuenta de las trampas que ofrece Prison Break. Personajes arquetípicos que funcionan como el engranaje perfecto de una bomba de relojería: el mafioso, el pederasta, el veterano, el alcaide buenazo, el jefe de prisiones cabrón, la víctima inocente, la novia del condenado... y así hasta un no parar.

Es una serie mentirosa y manipuladora como la que mas, donde radica todo su mérito. Y es que las historias, desde mi punto de vista, deben de funcionar a base de engaños. Ahí radica toda la magia. No quiero historias previsibles donde se huela el final desde el principio. Quiero historias que, aunque parezca increible, vayan dando giros en la trama y, como en Prison Break, al final acabes a punto de sufrir un ataque al corazón.

Y es que Michael Scofield y su entorno es una de las historias mejor contadas.

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